La salud emocional

1 nov

Salud Emocional

Estar sano es experimentar bienestar en los planos del cuerpo, la mente, las emociones, el espíritu y las relaciones

A lo largo de la historia de la humanidad la búsqueda de la felicidad ha sido una preocupación universal y permanente, al tiempo que un motor para la vida misma. Poseer salud emocional implica tener habilidad para controlar las emociones, sentirnos cómodos al expresarlas, y hacerlo en forma apropiada. Está probado que quienes, consistentemente, tratan de mejorar su salud emocional tienden a disfrutar mejor la vida.

Las emociones son fenómenos que surgen como reacción a las evaluaciones automáticas que hacemos de aquello que nos acontece. No cualquier suceso puede estimularnos una respuesta emotiva, sólo nos movilizan en ese sentido los eventos que percibimos como relevantes con relación a nuestros intereses.

Algunas de las reacciones fisiológicas y conductuales que desencadenan las emociones son innatas, mientras que otras se adquieren y desarrollan en el marco de la cultura. Las emociones negativas influyen y afectan nuestra salud pues, si no las reconocemos y aprendemos a expresarlas asertivamente, o no tenemos control sobre la intensidad de nuestros estados emocionales, o éstos se prolongan en el tiempo, nuestro organismo sufrirá las consecuencias.

Experimentar salud afectiva o emocional implica un manejo responsable del estado de ánimo, emociones y sentimientos, reconociéndolos, dándoles nombre, aceptándolos, integrándolos y orientándolos de acuerdo a valores. Está probado que quienes, consistentemente, tratan de mejorar su salud emocional tienden a disfrutar mejor la vida.

UN CONCEPTO HOLÍSTICO

La idea de una salud emocional surge de la influencia de la filosofía holística en el concepto de ser humano. Ésta lo concibe como una unidad con múltiples aspectos relacionados. Desde esta mirada, estar sano es experimentar bienestar en los planos del cuerpo, la mente, las emociones, el espíritu y las relaciones.

Los conceptos totalizadores aplicados al mundo de la medicina tienen remotos antecedentes pero el abordaje integral de la medicina antigua fue perdiendo vigencia tanto por cambios filosóficos como por avances tecnológicos en el campo de la diagnosis y la cura. Se separó al cuerpo de la mente y las emociones como si esto fuera en realidad posible.

Como agravante surgieron las súper-especialidades, que prestan atención, cada vez más, a pequeñas partes desconectadas de la totalidad. Podemos concurrir a especialistas para cada sistema corporal, y hasta para cada órgano al interior de cada sistema. Cada uno se ocupa del segmento que le corresponde indicando medicación, estudios a través de imágenes y análisis de laboratorio. Mientras tanto, ningún facultativo abarca al individuo holísticamente, estableciendo relaciones entre sus padecimientos, y tratando de hallar un principio unificador para su problemática.

LA CONCIENCIA, UNA GRAN ALIADA

El registro de aquellas emociones y sentimientos que habitualmente experimentamos facilita nuestra participación consciente y activa en su manifestación. Esta toma de conciencia nos brinda la libertad de elegir su forma de expresión, y la canalización que consideremos más adecuada y afín con nuestros intereses, ya que no se trata de reprimirlas sino de encauzarlas de manera asertiva. La emoción es una forma de energía que, si no se expresa por los canales adecuados, busca caminos alternativos y se manifiesta a través de síntomas diversos.

No hay salud integral sin una toma de conciencia de lo que a cada uno le pasa y tendría que hacer para estar mejor. El trabajo de autoconocimiento unido al desarrollo de la responsabilidad por la propia salud y bienestar son la llave para evolucionar hacia estadios de mayor satisfacción con la propia vida. Para lograr esto vale lo que a cada uno le sea útil: las propuestas de talleres orientados al conocimiento y crecimiento personal, los libros de autoayuda, la psicoterapia, las técnicas que estimulan la conciencia corporal, y todo aquello que la persona sienta que lo ayuda a estar más cerca de sí mismo y en consonancia con su sentir.

ESTRÉS Y SALUD

La salud de las personas no es estática, puede variar o desequilibrarse de acuerdo a la calidad de los estímulos. Si estos son mayores de los que puede afrontar, el desequilibrio será proporcional a este hecho. La recuperación del estado de equilibrio dependerá de la capacidad de afrontamiento de cada individuo.

La resiliencia, que puede definirse como la capacidad de recuperarse rápidamente ante frustraciones o fracasos, es un factor que todos poseemos pues surge a partir de funciones y procesos de adaptación normales del ser humano.

FELICIDAD Y SALUD EMOCIONAL

Poseer salud emocional implica tener habilidad para controlar las emociones, sentirnos cómodos al expresarlas, y hacerlo en forma apropiada. Los sentimientos y los pensamientos se influyen recíprocamente, es por ello que si aprendemos a modificar nuestro pensamiento, girándolo de lo negativo a lo positivo,  vamos también a producir un cambio en nuestro campo emocional y en nuestra salud integral.

A lo largo de la historia de la humanidad la búsqueda de la felicidad ha sido una preocupación universal y permanente, al tiempo que un motor para la vida misma. El concepto ha tenido una significación diferente según las épocas y las diversas culturas pero bajo este significado subyace siempre la idea de que, de alguna manera, es posible alcanzar algún grado de plenitud en determinadas circunstancias.

Por otra parte, aunque los seres humanos pertenecientes a un tiempo y cultura determinada compartimos muchos parámetros respecto de lo que nos hace felices, hay una felicidad para cada persona. Lo que produce alegría es absolutamente subjetivo y está directamente relacionado con el propio sistema de creencias, principios y valores. Cuanto más nos aboquemos a la realización de aquello que nos produce alegría, contento o felicidad, más estaremos haciendo por alcanzar salud en todos los planos.

No obstante los seres humanos, entienden y ven aun sea inconscientemente la enfermedad como destino,  existe y aquí lo hemos podido comprender un camino de salud, aun no transitado, sin embargo, vemos la falta de síntomas o de enfermedad como un sinónimo de salud, sin prestar atención a la exploración y desarrollo de todo nuestro potencial y evaluar la totalidad de posibilidades que ya están en nosotros para ser y estar saludables.

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