Descubriendo la L-Arginina

14 ene

Los estudios sobre la L-arginina se remontan al siglo XIX. Fue aislada por primera vez en el año 1886, a partir del extracto de semillas de lupino por el químico Suizo Ernst Schulze. En 1932 se halló que era necesaria para la generación de urea, un elemento  necesario para la eliminación de amoniaco. En 1939 se descubrió que era necesaria para la síntesis de creatinina, sustancia natural presente en el músculo, que permite incrementar la energía instantánea disponible en él.

Sin embargo, tuvo que pasar mucho tiempo para descubrir  que la arginina es fundamental para regular el óxido nítrico (NO) que existe en la sangre, un componente que influye decisivamente en el sistema inmune, la comunicación entre las células nerviosas, la función del hígado, la coagulación e incluso la excitación sexual.

Tan notable es la función que el NO cumple en nuestro cuerpo que en 1998 se otorgó el Premio Nóbel de Medicina a Roberto F. Furchgott, Louis D. Ignarro y Ferid Murad “por sus descubrimientos  referentes al óxido nítrico como molécula que beneficia al sistema cardiovascular”.

La arginina en sí misma (no el óxido nítrico que produce) disminuye el colesterol malo (LDL, o de baja densidad) sin afectar el “bueno” (HDL, o de alta densidad) de manera más efectiva que cualquier otro aminoácido; al promover la circulación sanguínea en las arterias cardiacas e impedir la formación de coágulos actúa como un excelente protector del corazón.

La arginina relaja las arterias, por lo que es muy eficaz para el tratamiento de la claudicación intermitente (circulación deficiente en las piernas) y la hipertensión arterial, así como en trastornos de la circulación cerebral.

Otras noticias hablan de equipos de cardiólogos que administran arginina directamente en los vasos sanguíneos coronarios de pacientes con angina de pecho (obstrucción parcial de las arterias coronarias) y han comprobado que la circulación se reanuda en forma sorprendente.

Este aminoácido estimula la liberación de la hormona del crecimiento, ayuda en la recuperación de traumatismos (golpes), curación de heridas y en el mantenimiento del tejido muscular.

El sistema inmunológico se ve fortalecido ampliamente con la ingesta de arginina, ya que ésta hace que aumente su actividad. Diversos estudios han concluido que este aminoácido incrementa el peso de la glándula timo, donde se origina la mayor parte de la función inmunitaria, por lo que las infecciones recurrentes tienden a disminuir notablemente. Basados en esta evidencia, los especialistas han empezado a observar que existe una relación estrecha entre el consumo de arginina y la reducción en el crecimiento de tumores cancerosos.

Se sabe que el ¨NO¨ es fundamental para que los varones puedan lograr y mantener una erección lo suficientemente rígida para lograr una relación sexual plena. La arginina, entonces, es una magnífica herramienta para tal fin, pero también para incrementar la producción de esperma. Es posible que su acción también beneficie a las mujeres, pues el aumento del flujo sanguíneo en sus genitales facilitaría la excitación sexual.

En un estudio realizado en 1942, varios voluntarios masculinos alimentados con una dieta deficiente de L-arginina tuvieron una reducción del 90% en los conteos espermáticos en solo 9 días. Cuando se agregó la L-arginina a la dieta, los conteos espermáticos volvieron otra vez a los niveles normales, después de varias semanas (Holt LE Jr, et al 1942; 1:116-117).

La mayor parte de las investigaciones encontraron que varios meses con un suplemento de L-arginina incrementan la cuenta de espermatozoides, así como su calidad y fertilidad. Para este uso, la dosis sugerida es de 500 mg al día.

Otros usos detectados con posterioridad son: Estimular la función Inmunológica, favorecer la secreción de hormonas (sobre todo la del crecimiento), cicatrización y regulación vascular.

Finalmente, hay que decir que este nutriente es indispensable para restaurar el equilibrio de las proteínas en pacientes que han sufrido quemaduras graves, e invaluable apoyo para acelerar la curación de las heridas, fracturas y úlceras de los pies en pacientes con diabetes. Este aminoácido, asimismo, es vital para prevenir la osteoporosis ya que al liberar la hormona de crecimiento inhibe la pérdida de calcio y fortalece la densidad ósea.

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