Cultivar en el desierto: de la imposibilidad a la puesta en marcha

21 mar

Cultivar en el desierto para algunos puede referirse a la imposibilidad de realizar determinada acción. La frase, de mi infancia recuerdo, es análoga a la de arar en el mar. No obstante y aunque pueda parecer ilusorio, una iniciativa de investigación en una hectárea de terreno, llamada Proyecto Sahara Forest  durante los últimos meses produjo una cosecha de cebada, pepinos y arúgula. El éxito de la tarea fue posible debido a una sui géneris combinación de  ingredientes pocas veces relacionados con el éxito de la agricultura: agua de mar y abundante suministro de calor de Qatar.

Las primeras instalaciones del Proyecto Sahara Forest se concibieron en Noruega e iniciaron operaciones en noviembre de 2012. Se implementan varias tecnologías de vanguardia amigables con el medio ambiente y al mismo tiempo aprovechan los elementos que abundan en territorio qatarí.

El director general del proyecto, Joakim Haugue, explicó que en los inicios hubo tanto entusiasmo como escepticismo. ¿El resultado? Ya es una prueba tangible.

Actualmente, el proyecto tiene un alcance mundial. Ostenta unos invernaderos enfriados con agua de mar, energía solar concentrada y producción de algas. Todo funciona simbióticamente para resolver varias de las crisis ecológicas del mundo en un mismo intento.

Además de producir alimentos y agua desalinizada en regiones en las que originalmente escasean, las instalaciones también tienen como objetivo reverdecer el desierto y generar fuentes de combustibles alternas y ecológicas.

La sinergia es una de las bases: permite abordar varios problemas a la vez, como si fuera una complicada máquina ambiental. Las instalaciones cuentan con la planta de energía solar concentrada, que transforma el calor en vapor y luego, por medio de turbinas y generadores, se transforma en electricidad empleada para bombear el agua de mar que se usará para enfriar los invernaderos.

Finalmente, el agua salada se usa para cultivar algas que se pueden utilizar para producir bioenergía a gran escala, aunque actualmente dicha planta todavía se encuentra en la fase de investigación. La producción de algas por sí sola puede ser costosa y tiene limitaciones geográficas. Pero la agricultura en el desierto, como se ha dicho, ya es un hecho verificable en la región de Qatar.

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